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Vivir para ver – Leonel Ramos Moran

DE POLÍTICOS Y COSAS PEORES…

Como casi todos los mexicanos, un servidor, también me encuentro día a día con esa epidemia de publicidad de todos tipos que nos endilgan cada tres años con motivo de las elecciones a puestos de elección popular.

Y lo que me encuentro no es agradable: acusaciones de corrupción, de abusos, de avaricia, de problemas familiares. Vaya,  como si las elecciones fueran un vil programa de personajes de la farándula y como si quienes hacen los señalamientos tuvieran su espalda libre de cualquier tipo de pecado.

La llamada guerra sucia se ha convertido en poco menos que un cáncer que además de propagarse por los partidos políticos y sus integrantes, amenaza con volverse parte de quienes a final de cuentas, decidiremos quienes manejarán los destinos administrativos, financieros y de justicia de nuestras comunidades.

Y es que nos contagiamos de esa manera de vivir tirando excremento a diestra y siniestra, sin pensar que, a final de cuentas, todo en esta vida es cíclico y que esa podredumbre que tiramos, en un momento dado puede regresar a nosotros corregida y aumentada o más simple, todo lo que sube, tiene que bajar y sin duda no será agradable lo que nos caiga.

Díganme soñador o idealista, pero sigo esperanzado en que a final de cuentas, uno, por lo menos uno de los días que restan de campañas, al  abrir los diarios o las páginas de la red, no me encuentre con acusaciones, chismes, indirectas y toda clase de visiones de pajas en los ojos ajenos.

Será que es mucho pedir…o será que los equipos de apoyo o asesores de los partidos políticos no dan para más…o será que los candidatos que contienden son los que no tienen más que ofrecer y por lo tanto, tienen que recurrir a denostar a los rivales para poder sobresalir. Imagínense, tiene que recurrir a las ofensas para demostrar que son los menos peores de la contienda. Estamos “fotuts del cul” dijera Don Ramón Vinyes.

Y mejor ya no digo más porque, parafraseando a ese gran Maestro del periodismo Don Armando Fuentes Aguirre,  ya me encaboroné.

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