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Vivir para ver – Leonel Ramos Moran

columnistas plumaMI VIDA SIN LOS NOTICIARIOS.

Hace algunos meses, leía en alguna parte, acerca de situaciones o circunstancias que hacían que nuestro día no iniciara de la mejor forma posible. Una de esas cosas es: ver los noticieros  en la televisión.

De acuerdo con la publicación que mencioné, el ver los noticiarios era un precedente para iniciar el día de mal humor, con la negatividad al tope o dicho de otra manera, en modo grinch, gruñón similares y conexos.

Me causó curiosidad la afirmación y me di a la tarea de probar: dejé de iniciar mi día acompañado de los noticieros matutinos. Y sorpresa, sorpresa. En efecto, ya no inicio las jornadas con el mal humor generado por ver publicadas corruptelas políticas, intentos de colonizar pueblos justificándose en la defensa de la ética occidental, paleros del gobierno en turno o del equipo de futbol de la “telera” más grande (en tamaño que no en contenido) de nuestro país y otras tantas situaciones non gratas.

Claro que veo televisión solo que no veo noticieros. Trato de estar al día con las noticias de actualidad, pero utilizo otros medios para estar informado. Leo los diarios por lo menos en versiones digitales, escucho un poco la radio y algunas publicaciones en la red.

Y creo que ha sido un buen ejercicio. Me parece increíble el poder que tiene la tele para influir en nuestro estado de ánimo y me parece más increíble aun, que escojamos para permitirle entrar en nuestro ser más íntimo a las noticias amarillas, rojas y de otros tonos similares.

En alguna parte escuchaba que la tele era una fábrica de sueños, pero por alguna razón la convertimos en una fábrica de sueños feos, sin fe, sin sentido, de visiones de la realidad por completo distorsionada (como los videos de corridos pesados) y  claro, de noticias que resaltan lo más negativo de nuestras comunidades…y como que así no se antoja comenzar el día ¿no es cierto?

Total que dejé de comenzar mis días viendo noticieros y eso me hace que mis jornadas inicien con toda la energía positiva que se recarga durante el sueño y  no con esa energía mermada, robada por quienes se alimentan de nuestras buenas intenciones.

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